Ésta es mi tía, tiene cincuenta y ocho años, es down y tiene principio de alzhéimer, vamos que está hecha un poema. Ahora más que nunca se mueve en el plano de las emociones y ha dado (igual que el expresidente del gobierno Adolfo Suárez) al traste con el plano de las ideas, también es verdad que dicho plano nunca fue su fuerte. El caso es que verla así, tan desvalida, tan perdida me inspira una ternura y unas ganas de comérmela a besos que son nuevas para mí. De niña, en las reuniones familiares, todos mis primos y yo misma estábamos hartitos de los besos entusiastas de la tía Marisa y con la crueldad que caracteriza a esa siempre supervalorada etapa conocida como infancia la puteábamos con gracia, pero todo dentro de los patrones de una familia normal, es decir nada que hubiera hecho dudar a una asistenta social del cariño que se le profesaba en el seno familiar. Todos hemos crecido, y mi tía envejecido aunque sigue siendo la niña de la familia. Siempre he pensado que eso era lo que más le jodía y le dolía, que pasaban los años y todos crecían menos ella, trabajaban, se independizaban, se casaban, tenían hijos, se divorciaban y ella seguía igual, incluso los mocosos de sus sobrinos se hacían más mayores que ella, ¡vaya que la vida! debía pensar, antes cuando todavía pensaba...todos decían que era muy fácil hacerla feliz, yo lo dudaba cuando la veía llorar de rabia porque su sobrina de 12 años le corregía las restas...mi tía era down pero no tonta y se percataba perfectamente de las diferencias que había entre ella y el resto, y pienso que eso tiene que ser duro de asumir y no sé si yo tendría capacidad para asumirlo...pero como digo ha pasado el tiempo, ahora creo que mi tía ni siente ni padece, bueno sí siente el cariño, el tono dulce y los achuchones y es lo que intentamos darle...ahora sí que creo que es feliz, eternamente feliz pero qué miedo ¿no? Conseguir la felicidad a ese precio. Mi hermana está embarazada y dice que lo único que quiere es que su hijo sea feliz e inmediatamente pienso en mi tía y en todos los down, y yo me pregunto ¿no estará la felicidad sobrevalorada?
Dedicado a Marisa que aprendió a leer, a sumar y a multiplicar aunque ahora ya no se acuerde.
Dedicado a Marisa que aprendió a leer, a sumar y a multiplicar aunque ahora ya no se acuerde.