Llego al libro por la película. Pero sin haberla visto. Cuando lo empiezo estoy bastante descentrado, así que me cuesta aterrizar. Pero caigo. De morros y con todo el equipo. Hace poco alguien me recordaba que en una carta de 1904, Kafka le escribió a un amigo: "Pienso que solo deberíamos leer libros de los que muerden y pinchan" pues bien, este muerde. Puede que no desgarre, pero desde luego te deja la marca de los dientes. Como enfrentamos la soledad, la rutina en un ambiente hostil, la comodidad, el saber que no encajas, la edad, los pequeños destellos de ilusión que se cuelan por las rendijas… supongo que ahora ya, me puedo poner con la película.
- No quiero personaliza, señor… pero… bueno, me refiero a toda esa morralla de que tratan las clases...
- ¿No interesan?
- ¡Por Dios, señor… dije que no quería personalizar! Las suya son de las mejores, todos lo pensamos. Y usted intenta adaptar todos esos libros a lo que ocurre hoy… solo que, no es culpa suya, pero… es como si al final nos enfangáramos en el pasado, como esta mañana con Titono. No es que quiera dejar de lado el pasado; a lo mejor, cuando pase más tiempo, representará mucho para mí. Lo que digo es que el pasado no interesa a la mayoría de chicos de mi edad. Si a veces usamos sus mismas expresiones, es por simple cortesía. Supongo que esto se debe a que no tenemos ningún pasado nuestro… excepto cosas que deseamos olvidar, como las cuestiones del colegio o todas esas veces que nos hemos portado como imbéciles…
- ¡Muy bien! eso lo puedo entender. No necesitas el pasado, aún tienes el presente.