¡Será tu
impulso, corazón!
Quemado
y rojo Aragón.
Ni un
árbol, ni un matojo,
rocas
tan solo y bochorno.
¡Lo
darías todo por un sorbo!
Balas,
polillas diminutas.
Gas de
correr y conseguir llegar…
Y
recordar cómo de niño te llamaba tu mamá.
Las
piedras rojas. El humo azul.
Un cañoneo breve; el crepitar
de las ametralladoras, que callan luego.
Fue aquí, guerra, donde te encontré.
Sueño profundo, sopor del mediodía.
Extremo de desesperación es Aragón.
Iliá
Ehrenburg (1938)
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