Pensaba que no me iba a gustar mucho. A mi siempre me da por pensar tonterías. Por eso supongo que lo he tenido mucho tiempo por ahí dando vueltas, parecía que nunca llegaba su momento de agarrarlo, pero todo llega. Y la verdad es que lo he disfrutado como nunca pensé que lo haría, con una sonrisa en la cara.
Y otra peli que no he visto. Aún así puedo decir que he sido testigo de los estertores del siglo XIX en el sur de Italia. El ocaso de una familia y con ellos el de un sistema agotado que deja paso al mundo moderno. De la mano de don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, le he dado la bienvenida a la nada. Ante su lucida mirada todo se derrumba. Palermo, Bendicò, Tancredi, Angélica, Don Calogero, Concetta, Donnafugata. Nombres que me van a acompañar una temporada, se acerca el momento de visitar las tierras de la novela. Y aunque no viene a colación ¡prepárate Constanza!.
Chevalley pensaba:“Este estado de cosas no durará. Nuestra administración nueva, ágil y moderna lo cambiara todo“.El príncipe estaba deprimido:“Todo esto no tendría que durar, pero durará siempre. El siempre de los hombres, naturalmente. El siempre de los hombres, naturalmente, un siglo, dos siglos… Y luego será distinto, pero peor. Nosotros fuimos los Gatopardos, los Leones. Quienes nos sustituyan serán chacalitos y hienas, y todos, gatopardos, chacales y ovejas, continuaremos creyéndonos la sal de la tierra“.
1 comentario:
Saluda a Constanza, llevale una longaniza de Graus y a todos esos del Gatopardo, dales recuerdos. Que bien! Palermo!
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