No puedes escribir todos los domingos algo deprimente. No puedes ser la Maruja Torres del cyberpesimismo y la derrota dominical. Lamentarse es de el género bobo. Los principios perduran, las fórmulas no. Además esta semana estoy con Magris cuando dice eso de no siento pesimismo ante el futuro ni nostalgia del pasado. Te lo comes con patatas. A lo pobre. ¿Y entonces la semana qué? bien. Montaña rusa. Descenso a los infiernos cinematográficos gracias a Shame. Chicos echaré de menos las tertulias etílico-cinéfilas. Casi todo el correo electrónico que me llega va a la papelera sin leerlo. Grabado y chapas. La idea del monasterio sigue allí. Sigue probando suerte. Papeleos, sudor, cumpleaños y Valdespartera. Que paz. Que luz. Concierto de viernes, al que no puedo ir. Eurovisión pegado a un grupo de WhatsApp. Creo que no veía el festival entero desde hace 25 años. Disfrute como un enano. No llegue a la micropoesía. Pero este es el único Ajo que me gusta. Esto supera la ficción, debe de ser la realidad. Me he comprado en un Sabeco-saldo el juego del Profesor Layton. El que tenía pirateado se calaba (vocabulario de mi sobrino) siempre al llegar al mismo puzzle. Ahora estoy recuperando el tiempo perdido. Al menos en algo. Amigos, churros y perros. Fiestas del barrio. Creo que ha tocado todos los días Olga y los ministriles. O puede que no.
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