lunes, 6 de abril de 2009

¡Pero qué grandes son!

Niño, enséñale a la señora el hiperónimo

También recibo quejas de lectores desesperados por las palabras que oprimen, esto es, por algunos aspectos de las políticas lingüísticas autonómicas. Como, por ejemplo, la carta de un matrimonio de Tamarite de Litera, un pueblo cercano a Lérida pero que pertenece a Huesca. “Desde niños hablamos el dialecto familiar, que solemos llamar campechanamente el chapurreau, y que hemos combinado siempre con el castellano en los centros de enseñanza, sin excepción alguna, y por supuesto con todas las personas castellano-hablantes (…) sin el más mínimo problema”. A estos lectores les preocupan las leyes de Lenguas y Educación que está tramitando el parlamento aragonés. No quieren ser catalanizados por diversas razones, y una de ellas es que significaría la desaparición del chapurreau. Una Ley de Lenguas supuestamente promulgada para respetar las “hablas locales”, dicen ellos, supondría de hecho la imposición del catalán foráneo sobre el verdadero dialecto autóctono. En fin, así de complicadas son las palabras. Así de llenas de sentido y de pasión.

Víctimas de la revolución

Es antológica la desconfianza con la que los españoles hemos mirado a los que abandonan su tierra

La idea de que hay que cumplir los sueños antes de que sea tarde ha intoxicado muchos corazones

2 comentarios:

laMima dijo...

¡Magníficas las dos, como no!
Veo que permaneces conectada....que bien.
Besos.

Hembra Beta dijo...

Si amore,
ya no es como antes, ahora internet acorta las distancias.
Besote.