No fumo. Pero voy mucho a este estanco de la calle mayor, dentro venden unas postales de hilos que valen mucho más del euro que me cuestan. Y por si este fuera poco motivo para ir por allí, esta el trato esmerado de sus propietarias y el hecho que veis en la foto. Desde hace unos años sus vitrinas-escaparate tienen una decoración única en la ciudad y vete tu a saber si en el mundo. Que pureza de líneas, sencillez zen, poesía mercantil. Un descanso para la vista en esta calle tan asociada a la saturación y a los himnos etílicos, una calle que con guiños como este, nos devuelven los pies a la tierra, a esta; fría, dura… pero de la que sin duda, siempre puede surgir una chispa de belleza serena. He dicho.
viernes, 25 de septiembre de 2009
jueves, 17 de septiembre de 2009
Al! Festival
Hoy al ir al trabajo he visto que la lluvia de ayer, al levantar la vista se había convertido en nieve. Pero aún así estoy contento porque a uno no le dedican un festival todos los días, así que habrá que poner unas líneas del evento, vamos digo yo.
Pues sí, resulta que ya está aquí la primera edición de Al! Festival un festival que cuenta con un cartel muy chulo, lo ha hecho una de las ilustradoras favoritas de la discordia y alrededores Vicky de Sus, además los que entienden de esto dicen que la programación es muy interesante, los precios son muy populares y por si fuera poco conocemos el mucho cariño que le ha puesto la responsable de la programación... así que no nos queda más que recomendar a todo el mundo que se pase por el centro cívico de la Almozara y disfruten de la sesión.
lunes, 14 de septiembre de 2009
Mi verano particular
El verano como tal empieza a quedar atrás. Atrás queda el Paraíso y demás actividades acuáticas. Atrás los estreses laborales. Atrás las visitas improvisadas y a toda velocidad. Atrás décadas pasadas y eventos festivaleros. Fue un verano complejo, diferente.
Me sumerjo ahora en un presente con vistas de futuro, en mi verano particular. Es tiempo de cambios, de revelaciones. Vuelvo a magullarme el dedo meñique del pie, tal y como, casualmente, hice siete años atrás tal día como hoy. Pero ahora soy otra. Una señal de que esta vez debo cambiar el rumbo, y lo hago. Durante tres días soy el dedo que sujeta a una pequeña flor de montaña que empieza su andadura particular. Arranco cebollas y observo como los cordericos luchan por seguir en pie. Puros y hojas de laurel entre las ropas viejas me revuelven los pensamientos. Regreso por la “tierra madre”, por mi desierto. Y traspaso las puertas del pasado con la cabeza bien alta, sin que me tiemblen las piernas, sin apenas tropiezos. A veces las malas noticias consiguen unirte un poquito más, si cabe. Me sonrío al descubrir mis viejos cuadernos de la guardería: “Personas que cuidan de mí: el zapatero y la médica”. Libros, cuadernos, tebeos, juguetes y cintas de cassette me recuerdan todo lo bueno que tuve, todo lo que fui, todo lo que fuimos. Y el por qué de lo que soy, de lo que seremos. Me entretengo conversando con la vecina, que escoba la calle a la vieja usanza. Y termino la semana cerrando círculos. Así, ahora, me dispongo a dibujar un nuevo círculo, pero con muchas intersecciones.
Sin darme cuenta, he empezado a recargar pilas. Esta vez sí. Estoy preparada para maletas y packaging, mudanzas y checking. Para viajar y que me viajen. ¡Ya llego, ya llego!
Me sumerjo ahora en un presente con vistas de futuro, en mi verano particular. Es tiempo de cambios, de revelaciones. Vuelvo a magullarme el dedo meñique del pie, tal y como, casualmente, hice siete años atrás tal día como hoy. Pero ahora soy otra. Una señal de que esta vez debo cambiar el rumbo, y lo hago. Durante tres días soy el dedo que sujeta a una pequeña flor de montaña que empieza su andadura particular. Arranco cebollas y observo como los cordericos luchan por seguir en pie. Puros y hojas de laurel entre las ropas viejas me revuelven los pensamientos. Regreso por la “tierra madre”, por mi desierto. Y traspaso las puertas del pasado con la cabeza bien alta, sin que me tiemblen las piernas, sin apenas tropiezos. A veces las malas noticias consiguen unirte un poquito más, si cabe. Me sonrío al descubrir mis viejos cuadernos de la guardería: “Personas que cuidan de mí: el zapatero y la médica”. Libros, cuadernos, tebeos, juguetes y cintas de cassette me recuerdan todo lo bueno que tuve, todo lo que fui, todo lo que fuimos. Y el por qué de lo que soy, de lo que seremos. Me entretengo conversando con la vecina, que escoba la calle a la vieja usanza. Y termino la semana cerrando círculos. Así, ahora, me dispongo a dibujar un nuevo círculo, pero con muchas intersecciones.
Sin darme cuenta, he empezado a recargar pilas. Esta vez sí. Estoy preparada para maletas y packaging, mudanzas y checking. Para viajar y que me viajen. ¡Ya llego, ya llego!
jueves, 10 de septiembre de 2009
(Sin título aparente)
Ayer era nueve del nueve del nueve y un “iluminado” intento secuestrar un avión en México con tres latas de zumo rellenas de tierra y una lucecita de colores atada. El mundo necesita héroes. Los políticos necesitan crisis para pone en marcha sus descabelladas ideas. Él no es político pero ha estado en muchos sitios la última semana. Ha vuelto y todo había cambiado. Nada.
El aparcamiento de la UNED era una fiesta. O una peña, pensaba él, mientras deambula por la ciudad sorteando carrozas a todas caras. Llevaba la cabeza repleta de varianzas, deciles, medianas y moda. El silencio del examen se rompió por el estallido de la fiesta, la juventud borracha de mañana paseaba despreocupada en carros de la compra con sus inevitables uniformes de pañoleta. Él muerde el boli pensativo, se niega a tocar la calculadora, recuerda que hace unos días una “picaraza” se estrello contra el cristal de su coche, sigue sin tener un decodificador de señales. Por si acaso hoy lleva dos piedras en el bolsillo. Se levanta y entrega. Después solo le queda la playa. Carreteras secundarias, nucleares, gasolineras de Bon Área, GPS que despista y el mar. Baño en playa. Él intenta llegar con sus últimas fuerzas a la casa de los novios. Le pica la sal en el cuerpo. Aparca respira hondo, entra. Buena música, muchos comics, toque hindú familiar, orden, complementos y un piano que después de algún que otro ruego, suena. Escucha con fastidio el sonido de las obras nocturnas de asfaltado desde el sofá, todos se han ido a intentar dormir, han dejado en el ambiente un suave perfume de nervios contenidos y un toque de esperanza. De repente la luz. Intenta mojar el donuts de chocolate en el café sin armar demasiado estrépito, pero un fracaso tras otro le llevan a la ducha. Afuera la calle espera. Otro examen. Tortosa. La fiesta que le persigue, las manifestaciones del medio rural y toda esa gente con sus trajes regionales, amenazando por el retrovisor mientras él se aleja por la autopista. Y todo el camino, aquella extraña canción, bara, bam, bam, bam. En la boda se siente novia, puede ver con sus ojos, estar dentro de su cabeza. No se asusta porque ya fue novia en la fila de embarque de un aeropuerto cualquiera. Después un desfile interminable de comida, baile, ramo, playa, sueño, centollos y gambas. Y él que se pierde, que quiere ser otoño, gris plomizo, fina lluvia. Pasa por delante de un cartel que le esboza una sonrisa, los planetas volverán en octubre y cuando toquen su canción, en su interior por unos instantes algo se iluminará, aunque solo sea una mísera lata de zumo, rellena de tierra.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
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