Cambié las sábanas y decidí darle la vuelta al colchón. Ahora lo noto raro, no parece mi cama. Ya no se esfuerza por adaptarse a mi forma. Sonrío mientras pienso esta tontería y afirmo para mis adentros que no es mi cama y que nunca lo ha sido. Me froto los ojos con las dos manos y pongo los pies en el suelo. Persiana levantada, ventana abierta. Ayer fui solo al cine. Al volver y tumbarme sobre este colchón rebelde, sentí que empezaba a ganar pequeñas batallas.
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