CREZCO. Ben Brooks.
Realmente este lo devoré a los dos días de regalarmelo. Y
porque yo mismo me fuí poniendo freno, si no creo que me dura un par de horas.
La verdad es que le tenía muchas ganas y parece que el verde es mi color
fetiche con Blackie Books, al menos por el momento. Tenía miedo de que fuese un
bluff Al fin y al cabo el autor viene ya señalado como “la estrella literaria
de una nueva generación” y eso siempre da miedito. Veinte añitos tiene el
chaval y ya va por su quinta novela (aunque es la primera que se publica en
nuestro país).
El punto de partida de la novela no parece demasiado
original: la enésima revisión de la historia de tintes autobiográficos que
recoge esos años confusos en los que mudamos la piel de la infancia por otra
nueva. Una piel que ni sabemos muy bien para qué sirve, ni parece ajustarse
demasiado a nuestra original forma de ver la vida. Yo ya no sé la de veces que
me he leido esta novela. Sí, otro Guardián entre el centeno, pero que se mueve con soltura entre las coordenadas de
nuestro tiempo. Sí, otro Menos que Cero,
pero con un personaje más accesible para los que no nos hemos criado bajo el
sol de la costa oeste. Sí, otro Contacto
. Sí otro Azul casi transparente...
pero este con un prota más lucido, con más sentido del humor y al que le
gusta beber té en tazas de Harry Potter, después de sus juergas. Una fotografía
de una juventud, amoral, inquieta, hedonista pero a la vez tierna y
desprejuiciada. De lo mejorcito que ha caido por mis manos últimamente. Tanto
que no os pongo aquín ningún extracto.
MALETAS PERDIDAS. Jordi Puntí
Este lo he ido leyendo a ratos sueltos y la verdad es que me
he pegado casi un añito. Eso puede que haya jugado en su contra ya que no he
llegado a quedar atrapado en la compleja red de revelación paulatina de
secretos, que se propone. Además algunas de las voces que el autor otorga a los
personajes, me chirría. Una pena.
En las librerías debería de acumularse en la estantería que
recoja el género “me enveneno de Barcelona” junto a obras de Ruiz Zafón y sobre
todo de Eduardo Mendoza. Una novela entretenida, amable que se lee sin más.
La sorpresa viene cuando casi al final me doy de morros con
un párrafo, que desde luego pienso adjuntar cada vez que me pidan un tonto C.V.
La biografía que dejamos a nuestro paso es como el rastro de una serpiente en la arena: he aquí un artificio que a menudo nos conforta. (…) Pero la vida es otra cosa. El sentido de la vida es la vida misma, aquello que construimos cada día sin ser conscientes de ello. Por eso, cuando las vivimos, la mayoría de las situaciones no tiene ningún significado especial. El espejismo del sentido viene después. Nos sentamos en un café, hablamos con un amigo y justificamos el pasado mirando atrás. Lo ordenamos. De la necesidad de entender nuestros días hacemos virtud. Este proceso tampoco se aleja mucho del hecho de resumir unas vacaciones de verano en una postal idílica, con cuatro tópicos garabateados a última hora (para que nuestros parientes o amigos las reciban cuando ya estamos de nuevo en casa, sanos y salvos). Reducimos la vida a unas cuantas palabras, la simplificamos, pero su autentico sentido es complejidad, contradicción, incertidumbre.
4 comentarios:
Y ha empezado la lista de Crezco? ya no me acuerdo donde iba. El de Maletas lo tengo, me da pereza, al menos has sacado algo bueno.
El de las Maletas me lo leí hace mucho y me gustó. Si Crezco va a ser más de lo mismo, me da pereza :-(
(por llevar la contra).bss
Anita a la cola que dan persicola. Creo que eres la siguiente en la lista, pero de momento anda la cosa estancada.
Marta, como te gusta llevar la contraria. Es la misma novela de siempre ¡pero en versión mejorada!. Ahora le hincaremos el diente a la del submarino...
Mea culpa en el parón de la lista de Crezco. Me pongo las pilas en la adolescencia tardía.
De Maletas... no sé nada. Pero no me importaría hacerlas.
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