viernes, 13 de marzo de 2009

Moving

Algo me decía que remover otra vez las cajas iba a tener sus daños colaterales. Que no valía con quitarles la capa de polvo de hace unos años. En el fondo sabes que al darles la vuelta te librarás de cosas que creías necesarias. Es un enfrentamiento cara a cara, son "tus" cosas, "tus" recuerdos, "tus" cacharros. Las cajas van tomando distintas dimensiones y, curiosamente, el volumen no es proporcional. Quizá pagar una hipoteca signifique no abrir según qué cajas nunca más. Quizá.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay! esa pisito de protección oficial que nos está esperando...yo una vez me prometí que hasta que no tuviera casa no acumularía más cacharros que los que cupieran en un carrito de la compra (esto hace 4 años)y por ahora ya me sobran un colchón, un sommier, una estantería, una butaca y una mesa...y eso que los recuerdos los tiro todos!!!!
Ánimo con las cajas y bueno de alguna manera lo empaquetado nos recuerda de dónde venimos, qué éramos y lo más importante qué queríamos ser...
besos, besos, besos

Anónimo dijo...

No creas guapa...tarde o temprano hay que hacer "limpieza general".
Mientras, las cajas van creciendo..a veces a lo Pandora.
Animo coraçao.

Mme. Boulangère dijo...

A mí me toca dentro de poco, una vez más, volver a ponerlo todo en cajas. Y esas cajas juntarlas con las cajas que tengo desperdigadas por el mundo, guardadas en casa de uno u otro. Lo bueno es que quizá ahora será para ir a un sitio más o menos definitivo. Aunque sólo sea más o menos definitivo para todos los millones de cajas, y cosas y recuerdos que acumulo. Un sitio para mí. Que ya tengo ganas.

Es la parte dolorosa de los traslados, el darte cuenta que hay recuerdos que ya no sirven para nada, ni siquiera para recordar algo bueno.