Hoy ha llovido. Y era lluvia de otoño. Tal vez para muchos fuese como la de hace unos días pero no. Esta era otoñal. Después de la fiesta de Lanaja, todo es otoño. Y volver al Matadero después de casi dos meses es otoño. Salir a la calle con paraguas y olvidar la chaqueta es otoño. Esperar que te llamen es otoño y poner el ededrón para esconderse dentro con un libro muy gordo, también.
lunes, 22 de septiembre de 2014
jueves, 11 de septiembre de 2014
Madrid, el traje, la derrota, Ajoblanco, pensar en la vuelta.
España perdió ayer y yo he dormido como un tronco. Madrid
está lleno de gente. La gente está llena de Madrid. Julinchia me enseño su último
artilugio de belleza. Juntos pateamos el barrio de Salamanca y nos reímos de la
puericultura y del gallo kiriko. Lo bien que lo pasamos juntos. Alejandro me llevó a su Verbena y me introdujo
en el kitsch castizo, vermú de grifo, croquetas, pinchos de tortilla y
bocadillo de calamares. Estábamos cerca de la plaza Dos de mayo y todo eran
tatuajes y gafas de concha. Muchos dirán modernidad de postal, pero ojo que también hay borbotones de ideas. Fuimos para la calle la Palma (la banda sonora evidentemente
tenía que ser McEnroe), entre vinos hablamos de todo (Miguel incluido), aunque no de los cervidos.
Ajoblanco fue una de las revistas que me marco el final de la adolescencia, que llegará a la biblioteca del pueblo junto
a El Europeo y Rockedelux era un puerta abierta a otros mundos, que debían andar por ahí fuera. Así que la visita al Conde Duque era obligada. Después esta lo del desayuno en el Museo del Traje, la noche que pase sin dormir y mi vuelta, sobre el papel, al mundo del punk. Pero eso mejor no lo cuento.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
De Sevilla un patio, salpicao de flores
Sevilla amenazaba a ser
peor que Madrid. Y cumplió. Han sido días difíciles, con mucho desconcierto,
calor y alguna que otra situación al borde del abismo. Vale, nada que no
supiese ya. Pero he ido apuradico de fuerzas. Tampoco quiero parecer el
salvador del mundo así que dejaré de quejarme, que alguna que otra risa me he
echado. Además siempre hay cosas, personas, hechos, momentos, sorpresas, que
hacen que todo esto merezca la pena. Ayer tres cuartas partes del día fueron de
los de tirar a la papelera, hasta que me saqué de la manga una visita furtiva a
la plaza España y al parque Mª Luisa, rematada con un atardecer en el mirador
de Las Setas bien acompañado y con el aire dándome en la cara. Bajé como nuevo. Hoy de
repente, así sin saber muy bien cómo, me da una alegría tonta mientras camino
de mañana por las calles enrevesadas, en busca de la parada del veinte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)