A las nueve de la tarde, durante el ensayo del espectáculo de Vicent, decido que soy antitaurino. No tengo duda, debo dejar de secundar la masacre de animales inocentes. De ahora en adelante utilizaré todos los argumentos que me vengan a la cabeza para luchar contra la mal llamada fiesta nacional.
A las once de la noche, al acabar el ensayo, cojo el coche y enciendo la radio. Hablan del éxito de José Tomás en la Fearia de San Isidro: ha salido por la Puerta grande. Me emociono, comprendo la ilusión que el triunfo ha provocado en el diestro y en sus seguidores.
Desde que soy niño observé, sin darle importancia, cómo mi padre no se perdía niguna de las corridas que se televisaban. De esta observación aprendí, sin ser consciente hasta hoy, de la belleza que encierra el arte de Cúchares. Posiblemente mi padre, sin querer, me enseñó a entender los toros.
Pero hoy he decidido que soy antitaurino, y en la muerte gratuita de un animal indefenso no puede existir belleza.
Pero hoy me he emocionado con el triunfo de José Tomás.
La vida no es blanco o negro.
Sin saberlo mi padre me enseñó que la vida es gris.
Gracias papá por hacerme ver el lado gris de la vida.
2 comentarios:
Qué razón tienes. El lado gris de la vida es el que nos mueve. Y no todo el mundo lo aprecia, prefieren estancarse en el blanco o el negro. Colores que, por muy puros que parezcan no encierran ningún tipo de matiz.
A mi me enseñó lo mismo mi abuelo, aunque a la tercera generación llegaron sólo los matices, lo realmente importante.
La vida no es en blanco y negro... ¡viva la escala de grises!
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