Nunca he entendido muy bien como pueden ponerle una denominación tan presuntuosa a un evento cuya trascendencia raramente pasa de ser local y que en muchos momentos peca de tan rancio. Y eso que a mí me gusta el festival, bueno más bien me gusta el hecho de que se haga un festival y que durante unos días, Huesca sea algo más.
Tengo muchos buenos momentos en mi memoria asociados al festival, sesiones semi-desiertas de cortometrajes en la DPH, Alberto Iglesias en el escenario acompañando a Julio Medem en su premio homenaje. Pegarme toda una película “cascando” con O y no enterarnos de nada de lo que pasaba en la pantalla, pelis en blanco y negro en pantalla grande (y de la “maneta”), nuestras caras (K, F & me) de pavor ante el discurso apasionado de una Silvia Pinal, que ni Buñuel hubiera podido dirigir para resultar tan espeluznante, menos mal que luego tuvimos el concierto desenchufado de Mastretta, del que todavía nos acordamos de vez en cuando. Una sesión de cortos con E en la que no sabíamos si había empezado, si eran los espacios de publicidad gratuita ofrecida a los patrocinadores o aquello eran solo unas pruebas de cámara… y es que nadie nos dijo que fuese tan duro eso de la vanguardia. Ir a la presentación del documental de G y echar alguna que otra lagrimilla. Aunque para lagrimones los de Berlin is in Germany, no sé tendría yo el día tonto pero salí convencido que si algún día hacía yo una película (¡“miate” tu que escurrimiento”!), sería sin duda esa.
¿Y este año qué? Pues ni fu ni fa, porque como últimamente no tengo tiempo de vivir, tan solo pude pasarme por la clausura. El Olimpia que se me atraganta con su exceso de dorados, cuatro chistes esta vez por fin con algo de gracia, una homenajeada pasada de revoluciones y una película (Rebobine, por favor) que por el director prometía mucho pero a la que la gracia no le daba para sus 100 minutos. Ya está, otro festival que termina, un año más que pasa, eso uno más.
1 comentario:
"Se en ensalza la mediocridad" escuché una vez a propósito del Huesca Film Festival. Este año acudí a bastantes películas, con más público del que esperaba. Y vi de todo: películas ardiendo en el proyector, subtítulos descoordinados con la imagen, sonido indescifrable, vi los dorados del Olimpia... pero sobre todo vi la escasa transcendencia que tiene en medios nacionales. Quizá es que no estoy atento...
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