miércoles, 4 de agosto de 2010

¡Que viene Agosto!



Tengo ganas de hacerlo bien, de ir poco a poco, de remendarme bien todos los agujeros. Estos días ando encogido. Pequeño. Mudo. Intento arcordarme de cómo era yo antes. Cuando no quería a nadie. Bueno cuando no había nadie. Supongo que el amor si estaba, como un cepillo de dientes que guardas en el armario del baño. Un cepillo sin usar. En cuanto me descuido, tristura. Veo llorar a los atletas en el podio y me acuerdo de los muñequitos quitapenas que hemos hecho estos días de campamento. Busco entre la ropa sucia el papelito que les dimos a los chavales y lo repito como un mantra. No sé si servirá de mucho. Pero al menos me desata el nudo de la garganta...
Los muñecos quitapenas quitan las penas que tengo, se las cuento muy bajito
y me las curan en silencio, y debajo de mi almohada duermen siempre mis muñecos, y si tengo una pena yo sin ella me despierto.