miércoles, 22 de enero de 2014

No desatendáis las pequeñas alegrías

Me ha costado algunos días poder escribir unas líneas sin que se me emborronen las letras de tristeza y lágrimas. Porque contigo aprendí que las despedidas deben dejarnos los mejores recuerdos, y aferrarnos a ellos como filosofía de vida. Hoy me siento afortunada por haberte disfrutado en cada una de tus facetas. Fuiste maestro, compañero, amante y familia. Y por encima de todas las cosas, de todas las debacles, amigo, amigo de tus amigos, y de todas las personas que se cruzaron en tus aventuras, siempre vividas con la intensidad que se merecían, apasionado y optimista. Hoy me siento más que nunca superviviente de ese mundo que siempre quisiste cambiar a mejor, y que no queda duda que lo conseguiste desde tu pequeña parcela dejándonos una huella que nunca se desvanecerá.

Si existe un lugar en el universo paralelo para la buena gente, sé que ahí estarás tú, observándonos a través de la gran pantalla como si de una realidad virtual se tratara, riendo a carcajada limpia nuestras bracudeces y enviando energía positiva en los momentos complejos.

Me quedo, como filosofía de vida, con una consigna de Herman Hesse que dice aquello de “no desatendáis las pequeñas alegrías”, y cómo no, con una canción que tantos buenos momentos nos trajo, siempre en la mejor de las compañías, amigos de aquí y de allá.

Por siempre, con todo mi corazón… Un fuerte abrazo, abrazo de Bo.

Love,
K

2 comentarios:

Elena dijo...

¡Por las alegrías cotidianas! Me ha encantado K.
Un beso

ojal-a dijo...

Celebraremos por nuestros pequeños triunfos y por superar algún que otro fracaso. Brindaremos por los que estamos y por los que se han ido, pero de alguna manera siguen estando. En Arguis, en el Burger King, en casa, en el Rugaca, en el llano, antes del cine, después...