Llegan las bicicletas.
Pegamos la nariz al cristal antes de entrar y una nube con
forma de hipopótamo nos sonríe desde uno de los ángulos de la
sala. Fuera hace frío, hay conatos de niebla y no se nos
ocurre un tiempo mejor para ver esta exposición.
Aunque dentro de la sala es verano, uno de esos días de nubes y claros. Pero ni rastro de cúmulos, estratos, nimbos y cirros. Aquí las nubes son otras cosas. Con nuestro artista favoritisimo de nuestro lado, las ideas no pesan, no están atadas a técnicas ni formatos. Son etéreas sin h, surgen, flotan, se precipitan y mueren. Cloud me tender, cloud me true.
Una delicia de exposición para todos los que gustamos de estar a menudo en las nubes.
Mil detalles pequeños, los perros de Curro incluidos.
Cloud me tender, cloud me sweet... Dulce
como una nube. Postales plateadas y un vinilo sin pegar. Una diana
deconstruida. Sigue el hilo, hasta el principio. O hasta el final,
eso no es importante. Lo más importante es a veces lo que el ojo
descuidado no vé. Palabras escondidas y letras que se escapan. Mejor nos vamos a otro planeta, que este ya no vale. Never let me go.
-Quiero a las nubes..., a las nubes que pasan... por allá.... ¡a las nubes maravillosas!
El extranjero. Charles Baudelaire.
*Post conjunto e inconexo. Adivina quién es quién.
2 comentarios:
Hasta cuándo? Quiero ir!!
Glups! ya no se puede visitar la exposición... est fermé! Prometemos que la próxima vez colgaremos la crónica antes...
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