Tú estas en Montreal y yo entre Zaragoza y Canfranc. Se supone que ahora trabajaríamos juntos; pasaríamos de ser compañeros de oficina (y ocasionalmente de coche), a trabajar en un proyecto común, en un proyecto ilusionante. Siempre he tenido la sensación que creías en mí mucho más de lo que yo lo hago habitualmente. Me gustaba cuando me dabas alas, pero también cuando me bajabas a la tierra; “eso no es un ático, es un último piso”. En mi carpeta había un par de folios arrugados en los que iba apuntando todas las cosas que pondríamos en marcha together. Pero ya no merece la pena que pensemos en ello. La OPA canadiense era más hostil de lo que parecía. No obstante me gusta pensar que este es un tema que se nos ha quedado pendiente y del que algún día ajustaremos cuentas. No sé si guardar los folios en la nevera.
Te deseo toda la suerte del mundo en tu aventura transatlántica, los dos sabemos que no va a ser fácil, pero intuimos que hay muchas posibilidades de que sea una experiencia de vida apasionante, didáctica y gozosa.
Y todos los miércoles (que no me quede dormido claro), cuando me ría con alguna parida de Muchachada Nui, Marta se reirá conmigo.
Te deseo toda la suerte del mundo en tu aventura transatlántica, los dos sabemos que no va a ser fácil, pero intuimos que hay muchas posibilidades de que sea una experiencia de vida apasionante, didáctica y gozosa.
Y todos los miércoles (que no me quede dormido claro), cuando me ría con alguna parida de Muchachada Nui, Marta se reirá conmigo.
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