lunes, 8 de diciembre de 2008

I’m a Winterbottom supporter in Wonderland

Era puente, era de noche y mientras la gran mayoría de habitantes de este pueblo tapeaban, bebían y tanteaban las oportunidades que les iba a brindar la madrugada yo estrenaba habitación envuelto en un nórdico inabarcable y delante de la pantalla del ordenador. Durante la tarde me había dedicado a trasladar y organizar gran parte de mis cosas entre las que habían aparecido varios discos con películas que hace tiempo tal vez tú me grabaste.
En cuanto he visto que entre ellas estaba Wonderland sabía que estaba condenado. Mi debilidad por Michael Winterbottom se va acrecentando a cada película suya que veo y como alguien no pare esto, llegará al infinito. Voy descubriendo su filmografía de forma desordenada lo que unido a sus asombrosos cambios de registro me introduce en un estado de ansiedad cuando una de sus películas cae en mis manos que solo el play del reproductor calma.

Hoy no he conectado con sus personajes, he sido ellos. He ido en ese autobús nocturno recorriendo las calles de Londres con la lagrima decidiendo su caída, he conducido esa moto sin rumbo, he estado sumergido en la rutina de ser madre sin hijos en casa, de ser esposa que no halla respuestas a lo que no se pregunta. Ahí me tenías intentado dar esquinazo a la madurez, huyendo sin saber muy bien de qué, sintiendo la desesperación de los “trentaitantos”, soportando todo el peso de lo mucho gris que tiene la vida e incluso mis ojos han brillado (por un instante) ante la estupidez manifiesta de los castillos de fuegos artificiales. Tengo la torpeza sentimental de todos. Pero no contento con semejante protagonismo indirecto, cada vez que sonaba el piano pensaba que la próxima imagen en la pantalla sería la mía. Plano de una habitación mal distribuida, mal iluminada, en el centro una cama grande y sobre ella un yo pequeño mirando fijamente a una ventana cerrada. El piano pararía y por el audio ahora se colaría el frío y algún rastro de vida en la calle. Así varios minutos, mi vida.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que me hubiera gustado ver esa pelicula, creo que si, y que quiza mis ojos tambien se hubieran iluminado, por un instante, al ver ese castillo de fuegos artificiales. Seguire esperando.

P.irene dijo...

Chico..que bien escribes....te animas con un artículo para la próxima edición..????

Anónimo dijo...

Tío...me has conmovido

Mme. Boulangère dijo...

jo

Anónimo dijo...

tio petardo

Mme. Boulangère dijo...

jajajajaja, tío petardo¡¡¡¡
jajajajajajajajaja....y tú....tú....tú.....pues tú hueles a brócoli¡¡¡¡

jajajajajajaja...tío petardo....